Ahora que se han silenciado las vuvuzelas en Sudáfrica, en la primera economía de África, se ha encendido una luz de esperanza para quienes todavía sufren discriminación, desempleo, pobreza y el VIH. Un porcentaje de las ganancias obtenidas recaerían en la anfitriona del Mundial. Se crearon nuevos empleos y se generó turismo, necesarios para impulsar su desarrollo.
Ese objetivo persiguió Nelson Mandela cuando buscó poner en la agenda del orbe al continente africano. El Nobel, al igual que el entrenador de la selección de fútbol, sabían que no llegarían a la gran final, que el deporte en que destacan los sudafricanos es el rugby. Sudáfrica es la puerta de entrada al resto del África subsahariana y significa oportunidades para esta región, que si bien posee gas, petróleo y minerales, necesita capital, servicios y tecnología.
Aunque Sudáfrica vive otra era, sus ciudadanos transitan sin pase, los empleos de alto rango no se circunscriben a los blancos, la humanidad reconoce su lucha contra el apartheid y la ley de empoderamiento económico negro, todavía existen naciones africanas donde subsisten la miseria, el analfabetismo, el trato discriminatorio, la ablación de las púberes, y el despilfarro descarado de gobernantes corruptos.
África cuenta con más de mil millones de habitantes ubicados en 70 países, el 14.4 por ciento de tierras cultivables del mundo; 143 millones de africanos hablan árabe, 84 millones inglés y 55 millones francés, y aunque la imagen que siempre proyectan es de pobreza, tienen reservas gasíferas de 190 trillones de metros cúbicos en Nigeria, y en 15 naciones, entre ellas Angola, Camerún, Níger y Benín, hay petróleo. Otras producen diamantes, uranio, plata, etc.
Ese es el aspecto más atractivo de la región africana. La otra cara son los enfrentamientos entre etnias, el escandaloso lujo de los presidentes de Gabón, República del Congo y Guinea Ecuatorial, la violenta discriminación que sufren las mujeres. Tampoco podemos ignorar lo que significan 22 millones de infectados con vih/sida, 11 millones 400 mil niños huérfanos a consecuencia del virus y sólo más de 2 millones de africanos recibiendo tratamiento con retrovirales.
La medicación oportuna con ARV reduce la mortalidad, pero muchas personas afectadas recibían el tratamiento al borde de la muerte. Felizmente esta política que ponía en riesgo a miles de enfermos, ha sido modificada en la IX Conferencia Mundial sobre Sida, realizada el pasado julio en Viena, pese a que algunas potencias sugirieron recortes a la financiación del Fondo Global de Naciones.
La crisis financiera ha vulnerado las economías, por ello se debe priorizar. Así como los gobiernos apoyaron con sumas multimillonarias a entidades financieras, podrían solidarizarse con esta causa y rescatar millones de vidas. Este medida podría ser un planteamiento del médico africano David Wilson, flamante Director del Programa Mundial de Lucha contra el Sida del Banco Mundial.
Es irónico que el continente negro, considerado una importante despensa del mundo, tenga poblaciones enteras en la indigencia, y que sus autoridades hayan delegado sus responsabilidades a otras naciones, a cambio de la extracción de sus riquezas. Me refiero a la construcción de carreteras, hospitales, medios de comunicación y otros servicios vitales para el desarrollo económico y humano, ahora en manos de países como China.
Invertir en África se ha convertido en un negocio lucrativo. Varios países europeos y economías emergentes han apostado por esta parte del orbe. Ya se han instalado alrededor de mil empresas chinas; los brasileños han incursionado con Odebrecht, la minera Vale, Petrobras, y los rusos con Gazprom, y el intercambio comercial con la UE es decisivo para los africanos, pues sus remesas internacionales se han reducido.
África tiene grandes similitudes con Latinoamérica. Sus recursos la han convertido en una región asediada por inversionistas, donde la desigualdad es una dolorosa realidad.
Foto: JC Richardson
Por: Dora Hernández, Periodista peruana (el Nuevo Herald)
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