Hace un tiempo,
el estadounidense Bryon Widner era otro. Al igual que su mujer, Julie, pertenecía a un movimiento racista que
defendía la supremacía blanca, la
Alianza Nacional, e incluso llegó a fundar un movimiento de cabezas rapadas.
Con los años cambió, pero como reflejo de aquel período no tenía más que
mirarse al espejo: tatuajes escupiendo violencia, un cuchillo del que salía
sangre, la palabra hate ('odio')
en los nudillos de sus manos.
Ese pasado no se iba más, aunque intentó seguir adelante como padre
de familia. Trató de
encontrar trabajo pero no tuvo éxito, porque en cualquier lugar lo rechazaban
por esos tatuajes que subían por el cuello y le marcaban la cara de manera tan
agresiva.
Entonces Widner, junto con
su mujer, buscó en Internet el modo de remover los
grabados del rostro. Pero pocos doctores se atrevían
a quitar en una parte del cuerpo tan delicada como la cara tatuajes de ese
tipo. Y en cualquier caso, no tenían dinero. Pensaron entonces en recetas caseras,
ácidos dermatológicos y otras soluciones, si es que existían. "Estaba
totalmente preparado para sumergir mi cara en ácido", relata Widner.
Desesperado,
sin seguro médico y con dos niños, Widner
no sabía qué hacer. Su mujer decidió ponerse en contacto con asociaciones que
tratan a personas que han estado en grupos violentos y racistas. Una de ellas, Southern Poverty Law Center, dirigida por un hombre negro, quiso ayudarlos. Pasaron
unos meses, hasta que finalmente una mujer anónima les donó 35.000 dólares para
que Widner pudiera realizarse la operación.
Les tomó un
año encontrar a los doctores adecuados y,
además, se vieron obligados a dejar Michingan, donde vivían. Las páginas de
Internet nazis que resaltaban la supremacía aria no se anduvieron con remilgos
a la hora de referirse a la pareja traidora. El FBI advirtió a Widner que
estaba en peligro y la familia se trasladó a Tennessee.
Finalmente, un cirujano accedió a operarlo.
Se llamaba Bruce Shack y le hizo saber a Widner que sería operado con un
bolígrafo grande y ancho que seguiría el contorno exacto de los tatuajes sobre
su rostro, y que eso le quemaría la cara.
Dr. Bruce Shack (Extremo derecho)
El dolor
fue insoportable en cada una de las sesiones. "Usted va a sentir como que tiene la peor
quemadura de sol del mundo y su cara se va a hinchar como la de un boxeador,
pero se cura con el tiempo", le explicó el médico. "Esto no va a ser
divertido. Pero si usted está dispuesto a hacerlo, yo estoy dispuesto a
ayudar".
Después de unas cuantas sesiones, el doctor decidió darle anestesia completa para
evitarle parte del dolor. Las operaciones se prolongaron más de lo previsto,
pero al finalizar, el cirujano sintió que había hecho un trabajo honorable y
Widner se sintió infinitamente agradecido.
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