Discurso del Papa Juan Pablo II al Barrio de los Mina, Republica Dominicana 1979
Hace unas noches durante el viaje que me encuentro con mi Padre (Por Motivos de Trabajo) en la programación del cable del hotel donde nos encontramos estaba pasando una película sobre Juan Pablo II, a lo que atinamos a recordar sus visitas a Republica Dominicana, yo para el 1979 todavía no había nacido pero mi Padre si me contó del ambiente que se vivía en nuestro país para entonces. Bien recuerdo que para su tercera visita (1992) ya yo tenia al menos identificado quien era el representante de la iglesia Católica.
Lo que desconocía hasta hace poco es que el papa durante su primera visita, compareció a el popular sector de Los Mina en Santo Domingo, con un mensaje en un lenguaje muy llano y cargado con una verdad que hasta el día de hoy no se ha cumplido su petición ni en los minas, ni en la republica Dominicana.
Viernes 26 de Enero de 1979
Amadísimos hijos del barrio “Los Minas”:
Desde el primer momento de la preparación de mi viaje a vuestro país, he colocado en puesto prioritario una visita a este barrio, a fin de poder encontrarme con vosotros.
Y he querido venir aquí precisamente porque se trata de una zona pobre, para que tuvierais la oportunidad –diría por título más alto - de estar con el Papa. El ve en vosotros una presencia más viva del Señor, que sufre en los hermanos más necesitados, que sigue proclamando bienaventurados a los pobres de espíritu, a quienes padecen por la justicia y son puros de corazón, trabajan por la paz, son compasivos y mantienen la esperanza en el Cristo Salvador.
Pero al invitaros a cultivar esos valores espirituales y evangélicos, deseo haceros pensar en vuestra dignidad de hombres y de hijos de Dios. Quiero alentaros a ser ricos en humanidad, en amor a la familia, en solidaridad con los demás. A la vez, os animo a desarrollar cada vez más las posibilidades que tenéis de lograr una mayor dignificación humana y cristiana.
Más no acaba aquí mi discurso. La vista de vuestra realidad debe hacer pensar a tantos en la acción que pueda ser llevada a cabo para remediar eficazmente vuestra condición.
En nombre de estos hermanos nuestros, pido a cuantos puedan hacerlo que les ayuden a vencer su actual situación, para que, sobre todo con una mejor educación, perfeccionen sus mentes y corazones, y sean artífices de su propia elevación y de una más proficua inserción en la sociedad.
Con esta urgente llamada a las conciencias, el Papa alienta vuestros deseos de superación y bendice con gran afecto a vosotros, a vuestros hijos y familiares, a todos los habitantes del barrio.
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