Durante poco más de tres horas, la Tierra se interpuso entre la luna y el sol, lo que provocó el último oscurecimiento total del satélite terrestre en 2010, por no recibir los rayos solares.
Al ocurrir en la fecha del solsticio la luna se ocultó en un punto muy alto del cielo, lo que marca el momento en que la inclinación del eje de la Tierra está más lejos del sol.
De acuerdo con el Observatorio Naval de Estados Unidos Geoff Chester, la última vez que ocurrió un episodio de este tipo fue hace 372 años, en 1638, cuando Galileo Galilei purgaba algunos días de arresto domiciliario.
El fenómeno se pudo apreciar desde América, Asia, Europa, Groenlandia e Islandia, pero el mejor punto para apreciarlo fue en las Islas Canarias en el océano Atlántico, pues según el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), el eclipse se apreció minutos antes del amanecer “en una alineación casi perfecta” con el Sol, informó la agencia EFE.
El eclipse tuvo una duración total de tres horas y 28 minutos, informó la NASA, que organizó para la ocasión actividades de observación y pláticas en directo con algunos de sus científicos en su página de Internet.
Los expertos indicaron que el momento más esperado, cuando la sombra de la Tierra cubrió por completo la luna, duró cerca de 72 minutos, de acuerdo con la agencia EFE.
Durante los eclipses lunares, el satélite natural de la Tierra no se oscurece, sino que toma tonalidades rojizas, ya que la atmósfera terrestre filtra la luz solar sin bloquearla completamente, explicó la NASA.
El color tomado por la luna, que va desde el naranja hasta el cobrizo o marrón se debe a que los rayos solares se descomponen al pasar por la atmósfera terrestre, filtrando las radiaciones de onda más corta de color azul y permitiendo el paso de las de onda más larga de color rojo.
Según los expertos de la NASA, a diferencia de los eclipses solares, en estos casos no hay ningún peligro en observar el fenómeno lunar a simple vista.
Imagen del Eclipse suministrada por la NASA
Nave espacial Discovery.
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